Barra distintiva de Masegoso vivo con una vista de Masegoso de Tajuña

Regiones Devastadas: la reconstrucción de Masegoso

En los avatares de la Guerra Civil, como muchos pueblos de España que se encontraron en mitad de los combates, Masegoso quedó en ruinas. Al terminar la guerra, en la mayoría de lugares los propios vecinos reconstruyeron espontáneamente sus casas y se salvaron en buena medida las viejas edificaciones o al menos sus fachadas en no pocas ocasiones, así como los trazados de las calles y otros elementos urbanísticos. No fue así en el caso de Masegoso, que se levantó por entero de nueva planta sobre la localización histórica del pueblo. La nueva obra fue acometida por la Dirección General de Regiones Devastadas, creada por el Estado para reconstruir algunos de los núcleos de población más gravemente afectados por la contienda. De la época anterior a la guerra sólo se conservaron dos casas y parte de los muros de la iglesia. Una galería fotográfica detalla las fases de la reconstrucción de Masegoso.


I. Creación del Servicio Nacional de Regiones Devastadas Subir

En plena Guerra Civil, en una fecha tan temprana como lo era el mes de enero de 1938, se crea el Ministerio del Interior; y, dependiendo de él, el Servicio Nacional de Regiones Devastadas. En diciembre de ese mismo año, este Servicio pasa a pertenecer al Ministerio de la Gobernación, con el objetivo de “restaurar o reconstruir bienes de todas las clases, dañados por los efectos de la guerra”. De este Servicio van a depender las Comisiones de Reconstrucción, encargadas del cumplimiento de este objetivo, en cada provincia. Se forma así una red que, aunque centralizada, opera a nivel provincial y local, a través de las Oficinas Comarcales.

El Jefe del Estado, en diciembre de 1939, ya acabada la Guerra Civil, redacta el “Decreto sobre localidades dañadas por la guerra”. Mediante este Decreto se “adoptaron” (según el lenguaje paternalista del Régimen) alrededor de 300 pueblos en los que la destrucción era mayor del 75%. El Decreto aconsejaba una especial intervención estatal en éstos, a través de las siguientes etapas:

  • Los Técnicos del Estado formulaban el Plan General de Reconstrucción.
  • El Estado tomaba a su cargo el restablecimiento de los servicios correspondientes, no solo los del Estado, sino también los de la Iglesia, la provincia y el municipio.
  • Finalmente, el Estado, a través de la Dirección General de Regiones Devastadas se propone construir viviendas de renta reducida.

El Decreto confería al Estado la facultad de expropiación de terrenos, solares y otros derechos. La puesta en marcha de este proceso se hizo por el procedimiento de urgencia, y sin dar audiencia a los interesados, si bien es cierto que éstos, tras el impacto económico y moral que supuso la guerra, no estaban en las mejores condiciones para recurrir una decisión política que emanaba de la voluntad del Caudillo.

En algunos casos, la adopción fue solo de un barrio, pero en la mayoría de ellos fue de la totalidad del pueblo. Como consecuencia se expropiaron casas, solares y arreñales, De esta manera se evitaba la posibilidad de que los habitantes levantasen las casas por ellos mismos, o en algún solar de su propiedad, lo que estuvo totalmente prohibido. También se adoptaron las iglesias, de las que se hacía cargo la Junta Nacional de Reconstrucción de Templos.

Las expropiaciones se pagaban con Cédulas del Instituto de Crédito para la Reconstrucción Nacional, al 4% de interés. Con esta modalidad de pago, se evitaba que los propietarios tuviesen la tentación de abandonar el pueblo, con el dinero en metálico, ya que las Cédulas solo se podían invertir en la construcción de un nuevo inmueble, y en la misma localidad.

En la Circular de 21 de diciembre de 1942, de la Dirección General de Regiones Devastadas fija las siguientes condiciones para la ocupación de las viviendas:

  • Haber sido vecino de la localidad, a fecha de 18 de julio de 1936 o haber estado destinado a algún servicio del Estado (maestros, secretarios).
  • Carecer de vivienda propia y tener destruida su antigua vivienda.

Del total de las viviendas construidas, el 20% se reservaron para excombatientes del bando nacional, y otro 20 % para familias con algún muerto por el bando republicano, que tuvieron la opción de elegir, en primer lugar. Como las condiciones antes descritas concretaban ya las necesidades, se construyeron tantas casas como se necesitaban en aquel momento, pero ninguna más. De aquí la escasez de viviendas que se padeció en todos los pueblos en cuanto la gente joven empezó a emanciparse.

La Dirección General de Regiones Devastadas en la provincia de Guadalajara

Oficina comarcal de Cifuentes y pueblos adoptados, dependientes de ésta:

  • Esplegares (solo algún barrio)
  • Gajanejos
  • Masegoso de Tajuña
  • Yela (solo algún barrio)

Oficina comarcal de Humanes y pueblos adoptados, dependientes de ésta:

  • Aleas
  • Montarrón
  • Hita (sólo algún barrio)
  • Copernal
  • Alarilla
  • Valdeancheta

Finalizada la construcción de estos pueblos, la Dirección General de Regiones Devastadas se extingue en 1957, pasando a pertenecer todos sus archivos y competencias a la Dirección General de Arquitectura, Economía y Técnica de la Construcción, del Ministerio de la Vivienda (A partir de 1977, de Obras Públicas y Urbanismo) En estos cambios se perdió mucha documentación. La que todavía subsiste se puede consultar en el PIC (Punto de Información Cultural) de la red informática del Ministerio de Cultura.

En el momento de la extinción de la Dirección General, gran parte de la obra realizada estaba arrendada a sus moradores, por lo que da comienzo la liquidación o venta de las casas a los arrendatarios, así como de los solares sobre los que no se había construido. Las Comisiones Liquidadoras, creadas por Decreto en 1960 con esta misión, se encontraron con numerosos problemas de titularidad y de superficie, sobre todo en lo relacionado a los solares, ya que, debido a la urgencia con la que procedió a la expropiación, no se comprobaron debidamente sus medidas. Los antiguos dueños o sus herederos tuvieron derecho preferente de compra. Los solares que no fueron adquiridos por éstos, fueron ofrecidos a los ayuntamientos e incluso donados a éstos, siempre que fuesen destinados a un fin de interés comunitario.

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II. Rasgos propios de la obra de Regiones Devastadas Subir

Preferencia por los pueblos, frente a las ciudades. Algunos autores piensan que este gigantesco proyecto urbanístico que levantó alrededor de 4.000 viviendas, casi exclusivamente en pueblos pequeños, fue una forma de agradecer al campo el que hubiese estado más cerca que las ciudades de la causa franquista. Las ciudades que se manifestaron más cercanas a la República sufrieron un parón constructivo tras la guerra, y sólo una pequeña parte de las viviendas levantadas irían destinadas a ellas. Una muestra de estas últimas se puede ver en la calle de General Ricardos, en Madrid, fácilmente identificable por la impronta urbanística, común a todas las construcciones de Regiones Devastadas.

Función propagandística. El Negociado de Prensa y Propaganda del Gobierno de la posguerra se dedicó a crear y expandir la imagen de la Arquitectura del Régimen: «Unificación Nacional» «Un solo criterio estético/un solo poder». Por su parte, la revista “Reconstrucción” se ocupó de propagar la exitosa marcha de las obras a medida que iban avanzando, a través de todo el país.

En consecuencia, los trazos urbanísticos tienen un claro orden jerarquizante, desplegando una gran escenografía en torno a un núcleo central. Este núcleo lo representa la plaza del pueblo, que alberga el poder municipal y el resto de los centro de interés. A estos edificios se les dota de los más relevantes elementos arquitectónicos, como son los torreones, soportales, arcadas rematadas en piedra o aleros. Las calles restantes, en una estructura compacta y reticular, se distribuyen en torno a este bloque central. En definitiva, se trataba de hacer algo nuevo y ordenado, frente al «caos» anterior a la guerra civil. Este rasgo unitario permite que estas construcciones sean reconocidas tanto en Cataluña como en Madrid, a pesar de que adopten las características constructivas de cada región (En Aragón se empleó el ladrillo, como elemento constructivo básico, mientras que en Guadalajara se utilizó el adobe recubierto con una mezcla coloreada de cal y arena).

Localización y Orientación. En general, los pueblos nuevos se superpusieron a los viejos, aunque de manera excepcional, como ocurrió en Belchite, el pueblo nuevo se construyó en otro lugar, dejando los restos del pueblo viejo como testigo perpetuo del dolor y la aniquilación que supuso la contienda. Sea como fuere, los emplazamientos nunca fueron aleatorios. Siempre respondieron a razones históricas, geográficas, agrarias, o a una mezcla de todas ellas. La orientación se hizo en función del soleamiento y de la topografía.

Estructura. El elemento básico arquitectónico es el muro. Las viviendas se definen por tres muros paralelos: dos externos y otro interior. Los forjados de los pisos se hacen a base de enrasillados, para utilizar la menor cantidad de hierro posible, dada la escasez del material. Las bóvedas también se hacen a base de ladrillo. Cabe señalar que el proyecto arquitectónico era completamente independiente del proceso constructivo. El arquitecto jefe residía en la oficina comarcal, desde donde dirigía las obras del conjunto de los pueblos que le pertenecían.

Profesionalización del oficio de albañil. Hasta aquellas fechas, era costumbre el que las viviendas las levantaban las propias familias, sin ningún tipo de dirección técnica. Al construirse de forma tan masiva, se profesionalizan los oficios en torno a la albañilería y se mejoran las técnicas de construcción con ladrillo y adobe. Numerosas personas desempeñaron un puesto de trabajo relacionado con la construcción de las viviendas, que los oriundos del pueblo compaginaban con las tareas agrícolas. Los oficios cubrían todo el rango de la construcción: desde el transporte de materiales con carros y mulas, hasta la fabricación de tejas y adobes.

Materiales de construcción. Hubo una gran escasez de materiales de construcción, hasta tal punto de que el hierro y la madera estuvieron intervenidos por el Estado. A tal fin, se crea una sección de Materiales y Transportes que se debe de ocupar de la adquisición y distribución de los mismos. Esta escasez lleva a la potenciación de otros elementos y materiales constructivos, como es el yeso. A veces, los materiales (teja y adobe) se fabrican en el mismo pueblo. Las maderas utilizadas en las construcciones de la zona Centro procedían de los de pinos de Valsain (Segovia) Como los carburantes también estaban escasos, para el desescombro y para el acarreo de materiales, que luego se guardaban en los almacenes locales o comarcales, se utilizan carros y caballerías.

Aspecto higienista y moralizante. Se separa, de forma clara, la vivienda del corral, para equiparar las condiciones higiénicas de la vida del campo con las de la ciudad. El eslogan de «Construir hogares pulcros, limpios y saludables» es una consigna numerosas veces repetida en las publicaciones que acompañaron a la construcción. No se debe de menospreciar tampoco la “decencia” que permitían aquellas amplias y luminosas viviendas, desterrando las condiciones de hacinamiento en que tradicionalmente se había vivido.

Espíritu agrarista. La sensibilidad «agrarista» era una de las características del nuevo Régimen, por lo que los arquitectos de Regiones Devastadas fueron muy receptivos a las necesidades agrarias. Con el fin de arraigar a los campesinos en sus tierras se proyectaron corrales de grandes dimensiones, adecuados a la expansión que sin duda se esperaba de las explotaciones agrícolas bajo el nuevo Régimen. Aunque posteriormente, las viviendas llamadas de «Colonización» también estuvieron ocupadas por agricultores, no hay que confundirlas con las de Regiones Devastadas (cuyo modelo arquitectónico fue copiado por el Instituto Nacional de colonización) que solo dieron cobijo a la población desplazada por la contienda civil.

Funcionalidad. El hecho de que las construcciones cumplieran con la función propagandística y simbólica del Régimen, no significa que éstas estuvieran privadas de funcionalidad. Por el contrario, una gran parte de los elementos arquitectónicos respondían a necesidades concretas. Así, el carro determinó la anchura de los portales y portones, y también de las calles. Se tuvo en consideración la necesidad de giro, y la posible altura de la carga, porque se suponía que los carros tenían que entrar hasta el corral.

Personalización. Si bien es cierto que los hitos constructivos (torreones, aleros, puertas, casas en hilera y manzanas individualizadas y cerradas) son comunes a todo el proyecto arquitectónico, la repetición o la manera de disposición de éstos confiere una personalidad propia a cada pueblo que lo hace distinto del resto.

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III. La reconstrucción del pueblo de Masegoso Subir

A diferencia de otros pueblos, Masegoso no fue destruido por el efecto de los bombardeos, sino por las tropas de la República, que lo hundieron y quemaron tras la evacuación de sus habitantes. Acabada la guerra, los vecinos se apresuraron a reconstruir sus viviendas, pero enseguida el pueblo fue «adoptado» por Regiones Devastadas, que prohibió y paralizó las reconstrucciones en curso. Expropiadas las viviendas a sus antiguos propietarios, los escombros de la demolición fueron depositaron en el espacio que hay entre la ermita y las naves. Todavía hoy se puede distinguir el tendido de los raíles por los que se desplazaban las vagonetas, tiradas por caballerías.

Emplazamiento y orientación. Masegoso se reconstruyó sobre su antiguo emplazamiento. Las viviendas se orientan al medio día, desplegándose en forma de balconada hacia la Vega, su mayor fuente de riqueza. Su mejor y más amplia panorámica se obtiene desde el Llano del Tejar, o desde los Cerrillos, según se accede por la carretera. Desde estas elevaciones el pueblo aparece enmarcado entre la línea del Risco y la de los árboles del río, tras cuya frondosidad se asoman las casas, dominadas por la silueta del ayuntamiento y de la iglesia; simbología perfecta de los poderes del nuevo régimen político.

La plaza, en forma de U abierta, es el elemento central del pueblo. La inclinación natural del terreno, en ladera desde el Alto Llano, se salva situándola en un plano más elevado sobre las calles laterales que la bordean. Esta privilegiada localización convierte a la plaza en el principal hito urbano, al que se accede por cuatro majestuosas escalinatas de piedra, desde la parte Sur, y dos pasadizos bajo los dos arcos laterales de su parte Norte. El Ayuntamiento, símbolo del poder central, domina la plaza, prolongándose hacia ambos lados hasta unirse en ángulo con el resto de los edificios. En el centro de la primera planta se sitúa un gran balcón que comunica con el salón de sesiones, es decir, con el pueblo. Tanto este balcón como los dos menores que se sitúan a los lados, están fabricados en hierro, a diferencia de los de las viviendas, que lo fueron en madera (un elemento más del centralismos constructivo de Regiones Devastadas) El elegante edificio municipal se remata con un semi torreón triangular, con un hueco central para albergar un reloj. Todo el perímetro de la plaza está recorrido por soportales, en su planta baja, con el objetivo de proteger a la población de las inclemencias del tiempo. Cabe resaltar que a pesar de la escasez de materiales, el techo de los soportales está sujeto con vigas de madera, de gran impacto ornamental. Los dos torreones que rematan las esquinas de la plaza le confieren un gran empaque. Los balcones corridos de estas viviendas marcan el giro de la fachada, salvando el ángulo. El cerramiento de la plaza, en su parte Sur, lo realiza el simétrico edificio de las escuelas y vivienda de la maestra, con sus correspondientes jardines, ya casi en los límites de la Vega.

La iglesia. En la parte Norte del pueblo, el cierre se realiza con el edificio de la iglesia que, junto con las dos casas que permanecen en pie, tras el juego de pelota, constituyen su anclaje con el pasado. Al edificio de la iglesia se le añade un porche, mirando hacia el medio día, mientras que, haciendo recodo con el baptisterio, se adosa una vivienda para el sacerdote y otra dedicada a las actividades propagandísticas de la Acción Católica. Las arcillas de la cuesta que separan la iglesia de las casas del pueblo son rodeadas por una barbacana, a la que abrazan dos majestuosas escaleras de acceso.

Las viviendas. Las viviendas se organizan en manzanas cerradas, de forma que es imposible añadir ninguna otra más. Las que se despliegan de Norte a Sur escalonan las viviendas para salvar el desnivel del terreno. En su extremo norte, las manzanas se rematan en forma de ángulo o “rincón” con el fin favorecer un «solano» que acoja a la población en las estaciones frías. A las casas que disponen de un solo acceso se les dota de grandes portones de entrada, de forma que los carros y los animales puedan llegar hasta el corral. En una fila de la calle de la Iglesia y de la de Don Pablo de Juan se colocaron unos machones de cemento, a ambos lados del portón de la entrada, para proteger las paredes de las ruedas de los carros; mientras que en otras se construyen dos lunetos o arquillos colgados del alero, que remarcan la entrada. Por su parte, la mayoría de los portones se cobijan bajo un semiarco (elemento arquitectónico más noble que el dintel cuadrado).

La estructura de las viviendas se apoya en tres muros: uno central y dos exteriores. Las bóvedas se hacen mediante enrasillados. Los suelos del piso superior se recubren con tarima o simples tablas, mientras que en la planta baja se colocan baldosas rojizas o grises. El hierro es casi inexistente en el país, por lo que las vigas y cerchas son exclusivamente de madera de pino, traída de Valsaín (Segovia) El elemento constructivo es el adobe, hecho en los alrededores del pueblo, al igual que las tejas, fabricadas en el cercano Tejar. Planchas de cañizo colocadas bajo el tejado tratan de aislar la vivienda las inclemencias del tiempo.

En su distribución interna se dota a las viviendas de dos amplias habitaciones en su planta alta, más una gran cámara, sin techumbre, destinada al almacenamiento de las cosechas. Para facilitar la subida del grano, un gran portón se abre sobre la fachada del corral al que habría que acceder con una escalera de mano. La cocina y el comedor se sitúan en la planta baja. El amplio corral de que disponen todas las viviendas responde a la apuesta por la agricultura que hizo el régimen de Franco, nada más acabar la Guerra Civil, con el objetivo de atajar el hambre que atenazaba a la población. Las fachadas, construidas de adobe, son revocadas en color ocre, blanco y azul añil. La parte baja de las viviendas está recorrida por un ancho zócalo de piedra picada que descansa sobre aceras empedradas y encintadas por sólidos rebordes de piedra. Es digno de resaltar, a este respecto, el buen trabajo de cantería, que perdura intacto hasta nuestros días.

Iluminación. En los lugares más estratégicos de las fachadas se adosaron elegantes farolas de hierro forjado, posteriormente sustituidas en los años sesenta por otras completamente despersonalizadas, en aras de una mal entendida modernización. Afortunadamente, los soportales de la plaza todavía conservan en su interior los faroles originales.

Urbanismo. Si las viviendas son un ejemplo de funcionalidad y prestancia, no lo es menos la disposición urbanística del pueblo. Una retícula de amplias calles y avenidas, dotadas casi todas ellas de parterres y jardincillos, articulan las viviendas del pueblo en torno a la plaza, confiriendo al conjunto urbano un marchamo de armonía y confort, difícil de imaginar en los oscuros años de la posguerra.

Servicios para la población. La población necesitaba de una serie de servicios que, igualmente, fueron previstos en la construcción del pueblo. Así, las viviendas situadas a ambos lados del Ayuntamiento, fueron dotadas de un local con un amplio ventanal, a modo de escaparate, que comunicaba con la calle Larga: Se trataba de situar las tiendas del pueblo en el lugar más céntrico. Sin embargo, otros servicios, como el horno y la fragua, por sus especiales características, fueron ubicados en una plazuela de tierra, en una orilla del pueblo, para facilitar el acceso de la leña y de las caballerías.

El elemento humano. La construcción de las viviendas requería de un número considerable de trabajadores. Los hombres del pueblo compaginaban las labores del campo con el trabajo de la construcción o del acarreo de materiales, para lo que aportaban sus carros y caballerías; pero en especial, para las tareas más cualificadas, llegaron personas de fuera del pueblo. Esta gran afluencia humana dinamizó la vida de Masegoso, a la vez que hizo más llevadero el difícil tiempo de la posguerra. Mención especial merece la Cantina (el Chiringuito de entonces), en la que los obreros pasaban sus ratos libres alrededor de un vaso de vino. Por su parte, los peritos y aparejadores estaban obligados a residir a pie de obra hasta la finalización del proyecto, como así lo hizo Arturo Faura y su familia, que habitaron la vivienda que hoy es propiedad de Félix y Leo.

Finalización de las viviendas y entrega de las mismas. El pueblo se acabó en construir en el año 1947 y las viviendas fueron entregadas en alquiler a los antiguos moradores. A partir de ese momento, «el Manco de Brihuega», posiblemente un mutilado de guerra del bando nacional, venía mensualmente a cobrar los alquileres (entre 8 y 50 pesetas) Extinguida la dirección General de Regiones Devastadas, en 1957, se empieza a gestionar la venta de las viviendas. El valor de las primeras ofertas fue considerado excesivo por el pueblo, que, a pesar de las presiones recibidas, rechazó su compra. La venta se materializó a finales de los años sesenta, estando los precios en relación, no con el valor de la casa, sino con el precio del alquiler. Los solares excedentes también fueron puestos en venta, aunque, dada su complejidad administrativa, ésta no finalizó hasta principios del presente siglo. Los propietarios o sus herederos tuvieron preferencia en la adquisición de los mismos. Los terrenos que ocupan las viviendas de la calle doña Petronila Rivadeneira y la calle del Palacio fueron adquiridos por el Ayuntamiento, tras la renuncia de los herederos de los antiguos propietarios.

Las Casas Provisionales. Mención aparte merece esta barriada de casas sencillas, construidas con carácter provisional, hasta que Regiones Devastadas finalizase la construcción del pueblo. Estas se distribuyeron en dos filas paralelas, mirando hacia la Vega desde el paraje denominado «San Roque». En ellas se alojaron, además de algunos vecinos, el Ayuntamiento y las Escuelas. Su entrega fue realizada por el Gobernador Civil de la Provincia en enero de 1941, según informó el periódico Nueva Alcarria. La silueta del «Yugo y las Flechas» todavía es visible en el lateral de la manzana situada al Norte.

Reflexión final. La angustia y la desolación que sintieron nuestros antepasados ante la ruina de sus viviendas, una vez finalizada la Guerra, es fácil de imaginar; y, aunque pronto aprendieron a apreciar el confort de las nuevas, frente a la precariedad de las de los pueblos vecinos, estos sentimientos permanecieron siempre muy vivos en el recuerdo de las gentes del pueblo.

Sesenta y cuatro años han transcurrido desde aquellas fechas. Los que ya nacimos en el nuevo Masegoso y disfrutamos en nuestra infancia de sus calles y plazas, nos sentimos muy orgullosos de él; pero no por ello queremos que quede en el olvido la nostalgia y el dolor que acompañó siempre a nuestros antepasados por el hogar perdido. Vaya en su honor esta recapitulación de los hechos.

Bibliografía consultada: Arquitectura en Regiones Devastadas (MOPU).

(Adaptado de Villalba Cortijo, Pilar: «Regiones Devastadas: algo más que un gran proyecto arquitectónico», en Alto Llano, Revista Cultural de Masegoso de Tajuña, segunda etapa, n.º 25, 2011, pp. 11-19, Asociación de Amigos de Masegoso, Depósito Legal n.º GU-3251997).

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