Barra distintiva de Masegoso vivo con una vista de Masegoso de Tajuña

Masegoso y la Guerra Civil

En la particular historia de Masegoso, la Guerra Civil de 1936-1939 ocupa un lugar muy destacado por cuanto supuso su destrucción, aparte de numerosas vivencias en todas sus familias. La guerra marcó mucho a las gentes de Masegoso y los mayores recordaron siempre aquellos tiempos: la ocupación italiana, los combates, la evacuación como refugiados, el reclutamiento de los jóvenes, el retorno a sus hogares destruidos... Sirven como ejemplo los testimonios de Rafael Gonzalo Granizo, Trinidad Mateo, Martín Peña Batanero, Julián Puado Letón, Eugenio Sanz Puado y los hermanos Carmen, Dionisio y Gloria Villalba Villaverde. Además, una galería de imágenes de la época muestra los efectos de la guerra en el pueblo.

Seguidamente se describe cómo Masegoso se vio envuelto en la Batalla de Guadalajara en marzo de 1937.

75.º aniversario de la Batalla de Guadalajara en la Guerra Civil española
(Del 8 al 22 de marzo de 1937)

Este breve relato de los acontecimientos de aquellos días desea servir como homenaje póstumo a dos hombres buenos del pueblo: el alcalde, Mariano Sanz, y el presidente de la UGT, Martín Peña, que con su actitud firme y comportamiento ejemplar evitaron en Masegoso un probable baño de sangre.


I. Antecedentes Subir

Rendir la capital de España fue el principal objetivo del ejército rebelde y de los ejércitos fascistas extranjeros que vinieron en su ayuda, pero la ofensiva, a lo largo de 1936, había fracasado. En el frío mes de marzo de 1937, los altos de la Alcarria, a escasos kilómetros de Madrid, fueron testigos de un nuevo intento de rendir la capital; en esta ocasión, por parte del ejército de Mussolini.

Las Tropas Voluntarias italianas (CTV) desembarcaron en los puertos de Andalucía a finales de 1936, y contrariamente a lo que pudiera indicar su nombre, éstas estaban formadas por miembros del ejército regular italiano y por mercenarios remunerados. Sea como fuere, Mussolini dispuso de alrededor de 40.000 hombres en la Península, sobre los que no tenía acceso el mando español.

Franco, que desconfiaba profundamente de Mussolini, nunca deseó el triunfo de los fascistas italianos. Permitió la toma de Málaga que era un nido de anarquistas y admitió el ataque del eje Sigüenza-Guadalajara para aliviar el cerco sobre Madrid, pero estableció, de forma clara, que éstas no deberían pasar de la capital alcarreña. Igualmente le manifestó a Mussolini su oposición a la conquista de Valencia, donde permanecía el gobierno de la República.

La operación militar italiana se completaba con otra de tipo político. Así, junto con las tropas italianas, viene a España el diplomático Roberto Farinacci con la misión de convencer a Franco de la restauración de la monarquía en España en la persona del duque de Aosta, que organizaría un estado de tipo fascista. Franco muestra también su indignación por este intento de ingerencia política.

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II. Antecedentes de la Batalla Subir

En el mes de marzo de 1937, las divisiones fascistas italianas, al mando del General Mario Roatta (Mancini) se encuentran en la provincia de Guadalajara, dispuestas a tomar Madrid en unos pocos días, adelantándose a las tropas franquistas que lo estaban intentando desde el Jarama y la Casa de Campo.

Quizás debido a estas reticencias, los mandos franquistas no les facilitan a las tropas italianas la cartografía militar de la provincia de Guadalajara. Éstas se han de guiar por los mapas de la casa «Michelin» que no disponen descripción de altitudes, lo que motivará que Roatta interprete que Brihuega se encuentra en la misma cota que el resto de la Alcarria, con las consecuencias ya conocidas. Tampoco parecen estar al tanto los mandos italianos de la meteorología de la zona, y los fríos y lluvias de marzo sorprenderán a las tropas sin apenas ropas de abrigo.

El mando táctico se sitúa en Algora, desde donde Roatta organiza el ataque con una imponente cantidad de tropas, camiones, hospitales de campaña y artillería (230 piezas), lo que da idea de la importancia de la operación italiana. Los aviones de caza y de bombardeo, que deberán proteger los avances en tierra los sitúan en su retaguardia, en los aeródromos de tierra de Soria y de Almazán.

Mussolini pretende hacer en España una guerra relámpago (guerre celere), como la que habían llevado a cabo con tan buenos resultados, en Abisinia y Málaga. Con el propósito de estar a las puertas de Madrid en no más de una semana, al atardecer del día 7 de marzo las tropas de la 2.ª División, Fiame Nere (Llamas negras) se encuentran dispuestas para el ataque a la altura de La Torresaviñán; pero ha oscurecido, de forma alarmante, y el frío se hace insoportable.

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III. Ofensiva italiana Subir

Lunes, 8 de marzo

Amanece con una gran ventisca de agua y nieve. El mal tiempo no arredra al general Roatta que, entregando 2.000 liras italianas a cada oficial, y 300 a los voluntarios, da la orden de empezar el ataque. El barro y el frío dificultan mucho la marcha de las unidades motorizadas, a las que no puede dar protección la fuerza aérea, atrapada en el barro de las pistas de Almazán. Sin embargo, la aviación republicana, con los eficaces «chatos» y «moscas» que despegan de las pistas de cemento de Alcalá de Henares y de Barajas, esquilma fácilmente a las tropas italianas. Al medio día, éstas todavía se encuentran a la altura de Alaminos. Los disparos de los eficaces tanques rusos y la defensa de alrededor de 400 soldados republicanos dificultan la entrada en el pueblo de Almadrones, que finalmente es tomado alrededor de las 3 de la tarde. En paralelo, y para proteger los avances italianos por su flanco derecho, la división Soria, del general Mola, ocupa Mirabueno.

La rápida caída de la noche frena un mayor avance de las tropas, que, por otro lado, había sido mucho menor del esperado por el General Roatta. Mientras tanto, la noticia de la ruptura del frente llega a oídos de los mandos republicanos. Como respuesta, el General Miaja acerca hasta Torija un fuerte destacamento de carros blindados, a la vez que el Coronel Vicente Rojo intenta reorganizar el frente con las tropas que se han salvado de la batalla del Jarama, dando lugar a la creación de varias agrupaciones tácticas.

En Masegoso, a una docena de kilómetros del frente, en la madrugada de ese mismo día, los milicianos han volado el puente sobre el río Tajuña para cortar el paso hacia el Este de las tropas italianas.

Martes, 9 de marzo

La 3.ª división Penne Nere (Plumas negras) avanza con dificultad por la carretera general, siendo detenida al atardecer, a la altura del km 83, por la XI Brigada Internacional. Mientras tanto, la 2.ª división Fiame Nere, que ha tomado la pequeña carretera que pasa por Hontanares, logra llegar hasta las puertas de Brihuega. Una Bandera de esta 2.ª División llega a media tarde a Masegoso, con el propósito de cruzar el puente sobre el río Tajuña y atacar a la base republicana de Cifuentes.

Algunos testigos nos han hecho llegar sus recuerdos sobre la entrada de las tropas italianas en Masegoso:

Dionisio Villalba Villaverde

Tenía entonces 16 años y recuerda que nadie se acostó en el pueblo la noche del día 7. Todos esperaban despiertos, alrededor de la lumbre, la voladura del puente, que tuvo lugar a primeras horas de la mañana del día 8, con una gran explosión que hizo temblar a todas las casas. Pero los italianos no entraron en el pueblo hasta las cuatro de la tarde del día 9, cuando la gente estaba terminando de comer. Apenas encontraron resistencia, porque ya no quedaba ningún miliciano guardando las líneas, y el nido de ametralladora que había en el cerro de la iglesia había sido abandonado. Los milicianos, que no eran soldados profesionales, decidieron volar el puente en cuanto supieron que los italianos salían de Algora, sin dar tiempo a todas las tropas a cruzar al otro lado. El río bajaba muy crecido y casi nadie sabía nadar, por lo que a muchos los arrastró la corriente.

Las tropas italianas se quedaron en el pueblo hasta el día 20 y parece ser que la convivencia con la gente del pueblo fue pacífica, si bien tuvieron mejor comportamiento los italianos llegados en los primeros momentos (¿tropas regulares?) que los que llegaron después (ex presidiarios y voluntarios sin ninguna formación). Los padres de Dionisio, dieron alojamiento en su casa a un italiano herido. Dionisio recuerda cómo repetían continuamente «no tener paura» (no tengan miedo) para tranquilizar a la gente. Durante el tiempo que permanecieron en el pueblo los niños aprendieron numerosas palabras italianas (agnello: cordero, pecora: oveja, picoletta: carta pequeña).

Gloria Villalba Villaverde

Es dos años menor que su hermano Dionisio, y cuenta que, a los pocos días de llegar los italianos les desapareció uno de los cochinos que su madre, la tía Lucía, criaba en la corte. Alguien les dijo que en la alcantarilla lo estaban asando los italianos, pinchado entre dos bayonetas.

Eugenio Sanz

El tío Mariano, que era el alcalde del pueblo, tuvo que abandonarlo en la madrugada del día 9, junto con su mujer, la tía Ricarda, y sus cuatro hijos, ante el avance de las tropas fascistas, nos relata Eugenio Sanz, uno de ellos. Lo hicieron a la altura del puente de Valderrebollo, por donde la riada estaba menos extendida, con las mulas cargadas con los colchones y lo poco que se pudieron llevar. Allí una mujer les dio un café caliente y siguieron viaje hasta Barriopedro, donde no encontraron cobijo. Luego prosiguieron hasta la Olmeda, donde les ocurrió lo mismo, llegando por la noche a Valdelagua, muertos de hambre y de frío. Con algunas tablas de la tarima de la iglesia hicieron lumbre y allí pasaron la noche.

Jose Villaverde del Amo

No recuerda ningún acontecimiento porque, justamente nació el día 17 de marzo. Su padre se encontraba luchando en el frente franquista, y fue Giuseppe, un doctor italiano, quien atendió en el parto a su madre, la tía Irene, prodigando toda clase de cuidados tanto a la madre como a la hija. Se contaba en el pueblo que quiso ponerle el nombre de «Italia» en honor de su país y que tenía el propósito de ser el padrino de su bautizo. Jose guarda un recuerdo entrañable de este episodio que le relató su madre y lamenta no haber tenido ocasión posterior de conocer a este voluntarioso ginecólogo.

Mercedes Villaverde

Para Mercedes Villaverde, también con 16 años en aquellos días, los italianos tuvieron un comportamiento ejemplar. A ella incluso le regalaron una medalla por lavarles la ropa en el Barranco.

Miércoles, 10 de marzo

Las fuerzas franquistas, estacionadas en torno al río Jarama siguen sin reaccionar, por lo que las tropas republicanas, allí desplegadas, son trasladadas al frente de la Alcarria, para desesperación de los mandos italianos.

Brihuega, defendida por sólo 150 hombres, cae sin dificultad, al amanecer, en manos de la 2.ª división; pero éstos olvidan o desdeñan ocupar las zonas altas de los alrededores, lo que permitirá, en días posteriores, que el pueblo vuelva a ser tomado por las baterías republicanas. En su avance hacia Guadalajara, las tropas italianas, ya reagrupadas, llegan hasta el palacio de Don Luis, situado junto a la carretera que lleva a Torija. En la marcha divisan luces a lo largo de la carretera comarcal que une Brihuega con el km 83 de la carretera General, que confunden con esta última. Se desorientan, y los tanques rusos, escondidos entre la maleza del Monte Ibarra, les infringe numerosas bajas. Por aire, la aviación republicana machaca a las columnas italianas. Los mandos de la República dudan en enviar al frente a brigadistas italianos para repeler el ataque de sus compatriotas, pero finalmente, éstos, con Luigi Longo al frente de la Brigada Garibaldi, frenará a los mercenarios italianos en su marcha sobre Torija.

Mientras tanto, por la carretera General, la 3.ª división italiana es detenida 2 kilómetros antes de llegar a Trijueque. En paralelo, la división Soria toma Jadraque y Miralrío. Al finalizar el día, sólo Brihuega pasa a incrementar la conquista de las tropas italianas.

Jueves, 11 de marzo

Continúa el temporal de lluvia y nieve. El Monte Ibarra se convierte en una ratonera, donde, en la madrugada del día 11 los dos bandos se enzarzan en una lucha casi cuerpo a cuerpo que durará varios días.

Al medio día, la 3.ª División intenta conquistar Trijueque, defendido por los brigadistas de la Comuna de París. Éstos se parapetan en la torre de la iglesia, donde se establece una dura batalla. Los pocos brigadistas supervivientes huyen en desbandada hasta el km 78, donde establecen la línea defensiva. Eran las 19 horas del día 11 de marzo, seguía lloviendo, y los brigadistas internacionales habían luchado hasta la muerte.

A pesar de la aparente victoria, las tropas fascistas estaban muy desgastadas. La artillería republicana, que conocía bien la zona, actuaba correctamente, lo mismo que la aviación. Por el contrario, la aviación fascista seguía sin poder despegar desde las embarradas pistas de Almazán, por lo que no podía dar protección a sus tropas. Al caer la noche, el General Roatta decide parar la batalla 24 horas, confiando todavía en que se reavive el frente del Jarama para aliviar la tensión en el alcarreño, y aprovecha para introducir algunos cambios: La 1.ª división, Dio lo Vuole (Dios lo Quiere), sustituye a la 2.ª (Fiame Nere) en Brihuega, mientras que la División Littorio sustituye a la 3.ª (Penne Nere), junto a Trijueque. Las fuerzas italianas están ya desmoralizadas, y muchos soldados huyen despavoridos tras los camiones.

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IV. Contención de la ofensiva italiana Subir

Viernes, 12 de marzo

A la vista de los acontecimientos, y en busca de una mayor eficacia, la noche del día 11 los mandos republicanos, reunidos en Torija, establecen una nueva organización de las tropas:

  • Al frente de la 11.ª división, situada entre la carretera General y la comarcal de Torija a Brihuega, se coloca a Enrique Líster.
  • Al mando de la 14.ª se coloca al anarquista Cipriano Mera, que se va a desplegar hasta los altos que dominan Brihuega, por la margen izquierda del río Tajuña.
  • El Comandante Lacalle, al frente de la 12.ª división se ocupa de frenar al Comandante Marzo, de la División Soria, en el margen izquierdo del río Henares.

Pero, una vez más, serán el frío y el agua los principales enemigos a batir. Las tropas de la República no logran retomar Trijueque, pero dominan y el aire y ametrallan varias veces a la 3.ª División (Penne Nere) que sigue sin separarse de la carretera general, produciendo la desbanda de los italianos. Muchos de éstos, ya heridos, morirán congelados por el frío.

Sábado, 13 de marzo

Las tropas italianas intentan avanzar hacia Madrid, envolviendo a los brigadistas que quedaron en los altos de Brihuega, pero a la altura del kilómetro 82 de la carretera General les sorprende la brigada de Enrique Líster. En el enfrentamiento mueren alrededor de 1.500 de los primeros, y, al anochecer, la División Littorio tiene que dejar Trijueque.

Domingo, 14 de marzo

Algunos camisas negras de la División Dio lo Vuole se habían infiltrado en el Monte Ibarra. Al anochecer, tropas de ambos bandos toman el palacio, dando lugar a una cruenta batalla, cuerpo a cuerpo de la que, finalmente, saldrá victoriosa la XII Brigada.

Mientras tanto, la crisis ha estallado en el mando italiano. Roatta se enfurece por los malos resultados: La aviación italiana, a pesar de que está operativa desde el día 12, está resultando ineficaz, y Franco muy poco colaborador. El General Mola no les facilita víveres. Los italianos mueren incluso congelados cuando se quedan dormidos en la trinchera. En tan solo una semana, se había quemado a una generación de oficiales, en un país que consideraban tercermundista. Definitivamente, los italianos no contaban con una situación tan adversa.

Lunes, 15 / miércoles, 17 de marzo

La división Penne Nere intenta de nuevo entrar en Trijueque, pero la situación se acaba afianzando por ambos lados, y a penas habrá movimientos hasta el día 18. Azaña visita a los defensores de Guadalajara, y Roatta se entrevista con Franco, al que propone el levantamiento del frente, a la vista de las dificultades y de la poca colaboración. Éste no acepta, y Roatta decide replegar sus tropas a una línea que cree segura: la carretera que une Brihuega con el km 83 de la carretera General.

Mientras tanto, las tropas republicanas plantean una estrategia para la toma de Brihuega.

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V. Contraofensiva republicana y derrota fascista Subir

Jueves, 18 de marzo

De madrugada las tropas republicanas se apoderan del Cerro de la Horca, situado a la salida de Brihuega. Al medio día, la aviación y la artillería republicana desencadenas sucesivos bombardeos. Todavía la 1.ª división italiana, desplegada en torno a la carretera que une Brihuega con el km 83 de la carretera general presenta alguna resistencia al avance de las brigadas republicanas. A las 6 de la tarde se bombardea de nuevo Brihuega y se ametralla, en vuelos rasantes, a las filas italianas. Desde la margen izquierda del río Tajuña, los brigadistas en su avance, junto con los desplegados en torno al cerro de la Horca, hacen retirarse a la 1.ª División italiana (Dio lo Vuole).

Brihuega cae en manos de los brigadistas y de las tropas republicanas, que se hacen con un gran botín de armas. Como consecuencia, la División Littorio, al mando de Rossi, queda al descubierto, en su flanco izquierdo, y tiene que retirarse hasta la altura de Gajanejos. Moscardó, por el mismo motivo, tiene que abandonar Jadraque. A la vista de los acontecimientos, Roatta sigue insistiendo ante Franco en que las tropas italianas sean sustituidas por tropas españolas. Mussolini, cansado de tantas derrotas le ordena su vuelta fulminante a Roma (donde morirá, en 1968).

Viernes, 19 de marzo

Roatta ordena el repliegue de la tropas hasta Ledanca (km 97 de la carretera General) girando desde allí hasta los altos del Tiricuende, entre las Inviernas y Masegoso. Las tropas republicanas, muy desgastadas, no entablan ninguna persecución a fondo.

Sábado, 20 de marzo

La 65.ª Brigada Republicana toma Yela y la 72.ª (el Batallón Marlasca) Masegoso.

Cipriano Mera

De su libro Guerra, exilio y cárcel de un anarcosindicalista:

«Nos trasladamos a continuación a Cifuentes, el Jefe del Estado Mayor y yo, junto con los enlaces (de Brihuega) al objeto de ponernos en relación con las fuerzas que defendían el flanco derecho (del Tajuña) Estaba al mando José Mantecón, que tenía como Comisario a Castillo, ambos de Izquierda Republicana. Estas fuerzas formarían luego la 72.ª Brigada. Observamos que sus cuatro batallones estaban bien organizados y que habían establecido una eficaz defensa de Cifuentes, con puestos atrincherados en las estribaciones que dominaban el río Tajuña, y otro adelantado, en la carretera que une Cifuentes a Masegoso (¿Cerro de la tía Emilia?; también tenían hombres en el Matorral (¿la Dehesa?) De todo esto dedujimos que se podía contar con esta unidad para una ofensiva de carácter local...

»El enemigo tenía ocupado Masegoso, dominando el río Tajuña, a simple tiro de pistola; también estaba en su poder el puente de la carretera que une Cifuentes con Masegoso (Cipriano Mera no detectó que el puente había sido volado, días antes)...

»El día 20 se había encomendado a la 14.ª división el avance sobre Masegoso, teniendo como objetivo la ocupación de Alaminos. Para ello se incorporó a nuestra división la que más tarde sería la 72.ª Brigada, compuesta por milicianos aragoneses, que integraban cuatro batallones. Nos reunimos, pues, con los mandos de estos batallones y el comisario Castillo, en ausencia de José Mantecón, (El jefe de la 72.ª brigada), para estudiar mejor la manera de llevar a cabo la orden recibida… Se escogieron los batallones 1.º y 2.º para efectuar el ataque; el 3.º serviría de apoyo a los anteriores y el 4º se quedó como reserva en la casilla de camineros de la carretera de Cifuentes a Masegoso...

»Sin contar con apoyo alguno de artillería, las fuerzas progresaban lentamente, a causa de las dificultades que ofrecía el terreno (¿inundación del río?) Hacia las 10 de la mañana el 1.º Batallón, que avanzó por el camino del Matorral (¿Dehesa?) para rebasar el Barrancazo (¿?) y acercarse a Masegoso, inició un pequeño paqueo (tiroteo) Entre tanto, el 2.º Batallón, bordeando el Tajuña, logró conquistar el Vértice Sierra (¿?) dominando toda la vega que se extiende desde las Inviernas a Masegoso. Se tomó la Cabeza del Carro y luego dos pequeños cerros, hasta situarse en la Fuente de Santa Clara (¿En la Dehesa?) donde el tiroteo se intensifico, consiguiendo ocupar la llamada Casa del Guarda. Dos compañías del 4º Batallón que se había quedado en reserva se desplegaron en orden abierto y frontal hacia Masegoso, para distraer al enemigo, mientras que el 2º Batallón progresaba hacia la Mesilla, y el 3º en dirección a Alaminos. A la caída de la tarde, Masegoso se encontraba casi cercado. Las fuerzas situadas en la Mesilla hostigaban a los italianos que huían de Masegoso. Ya casi de noche, se ocupó el pueblo, liberando así, el triangulo formado por Brihuega, Masegoso y Cifuentes. En Masegoso se capturaron alrededor de 40 prisioneros italianos, muchos de ellos, en los lugares más inverosímiles (¿Tinajas del Parador?) Se recuperó bastante material y víveres, y las declaraciones de los prisioneros coincidían con las que habían hecho otros compatriotas, unos días antes...

»No fue posible tomar Alaminos. Nuestras fuerzas se quedaron en las estribaciones situadas al este de dicho pueblo (El Risco) en condiciones de desventaja, respecto a las del enemigo, pues estas fueron prontamente reforzadas. Nuestra gente se encontraba cansada y disponía, en realidad, de escasos medios. No había sido relevada desde hacía bastantes días y tenía que soportar unas condiciones atmosféricas terribles».

Dionisio Villalba

Sería ya entre dos luces, cuenta Dionisio, porque la gente andaba por la calle, recogiendo las cabras. Nadie del pueblo, ni tampoco las tropas italianas, esperaban que los milicianos pudieran cruzar el río. Sin embargo, éstos, que eran nacidos en la zona y la conocían bien, lo hicieron con unas barcazas a la altura del Molinillo de Valderrebollo y del de las Inviernas, donde el río se estrechaba. Los italianos, sorprendidos, huyeron apresuradamente, escondiéndose muchos de ellos en las tinajas del Parador, a la salida del pueblo, donde encontraron una trágica muerte a manos de los milicianos.

Eugenio Sanz

También entraron, a la altura del Sargal, cuenta Eugenio Sanz. Un italiano, apostado detrás de un árbol, a la altura de lo que es hoy el cruce, disparaba a los que se iban aproximando, hasta que un miliciano llamado Machuca, muy conocido por su valor, mató al italiano por la espalda, y ya pudieron entrar en el pueblo.

Carmen Villalba

Carmen Villalba, hermana de Dionisio, sólo tenía 7 años en aquellas fechas, pero recuerda que un mando italiano herido estaba albergado en la casa de sus padres. Éste, al escuchar ruidos extraños en la calle, salió a ver qué es lo que pasaba y, a los pocos metros de la casa se lo encontraron atravesado por una bayoneta.

Mercedes Villaverde

Según cuenta Mercedes Villaverde, la entrada de los milicianos también cogió por sorpresa, a su padre, el tío Rufo, que, al ser partidario del bando franquista, salió huyendo, saltando por la tapia del corral. A pesar de que iba herido pudo llegar hasta Mirabueno, donde se refugió en la casa de los padres del cura de Masegoso (Don Pablo de Juan).

Domingo, 21 de marzo

Por la mañana, las fuerzas republicanas avanzan hacia Cogollor, defendido por la 2.ª División; y Hontanares, defendido por la división Littorio, que rechazan el ataque.

Dionisio Villalba

Esta maniobra denotaba, a juicio de Dionisio, falta de mando y muy pocos conocimientos tácticos, ya que, si en lugar de subir bordeando el río hubieran alcanzado mayor profundidad, habrían envuelto a los italianos que estaban en el pueblo, impidiendo su huída. Otro error táctico fue cortar el avance, esa misma noche, ya que esto dio tiempo a que los italianos que pudieron escapar alertaran a los suyos.

Lunes, 22 de marzo

En los altos de la Alcarria, las tropas republicanas muestran señales de agotamiento, por lo que al finalizar este día se les ordena pasar a la defensiva, dando por finalizada la batalla.

Los italianos se repliegan en los bordes de Alaminos y Hontanares, tan sólo 20 km al Sur de donde había empezado la batalla, y allí permanecen hasta el final de la guerra. Por lo tanto, y a pesar de ese pequeño avance, la derrota de las divisiones italianas es más que evidente. El valor propagandístico que este triunfo tuvo para la República fue enorme, sin olvidar que la derrota italiana también fue celebrada por los mandos de los ejércitos fascistas.

En cuanto al número de pérdidas, se calcula que estas fueron similares por ambos bandos: Aproximadamente, 2.000 muertos y 4.000 heridos en cada uno de ellos. La República hizo prisioneros a 300 italianos.

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VI. Efectivos Subir

1. CTV (Cuerpo de Tropas Voluntarias)

Divisiones Efectivos Brigadas
1.ª.- Dio lo Vuole (G. Rossi) 6.360 h. (voluntarios) 1.ª, 2.ª, 3.ª
2.ª.- Fiamme Nere (G. Coppi) 6.336 h. (voluntarios) 6.ª, 7.ª, 8.ª
3.ª.- Penne Nere (G. Nuvoloni) 6.241 h. (voluntarios) 9ª, 10ª, 11ª
4.ª.- Littorio (G. Bergonzoli) 7.689 h. (ejército regular) 1.º y 2.º regimiento

Los voluntarios italianos o «Camisas Negras» (Camicie Nere) procedían del sur del país o de las islas. Eran mercenarios que venían para obtener una paga y no sintieron ninguna motivación política. Por el contrario, los hombres de la división Littorio, bien formados, casi todos mayores de 27 años procedían del ejército regular italiano. Su motivación y formación era muy alta, por lo que Mussolini confiaba ciegamente en ellos.

2. División Soria

Esta división, al mando del General Moscardó, contaba con 15.000 hombres. De ésta, solo una de sus brigadas, con 8.500 hombres, formada por legionarios y moros, llegó a apoyar a Roatta, aunque no de la manera decisiva que el general italiano hubiera deseado. Los mandos españoles, y también la tropa, despreciaban a los italianos, considerándolos como «pendencieros y orgullosos».

3. Bando republicano

A las tropas italianas les hicieron frente 15.000 brigadistas, a los que posteriormente se unieron 20.000 milicianos. Se trató de la mayor y más ágil concentración de tropas republicanas, de toda la guerra. El General Roatta opinaba que la llegada de estos últimos fue debido a que las tropas franquistas desplegadas en torno al río Jarama, no presionaron suficientemente, por lo que éstos pudieron derivarse hacia el frente de Guadalajara.

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Las fuerzas italianas, formadas por tropas del ejército regular y por mercenarios, se comportaron como un ejército de ocupación (disponían hasta de una policía secreta), a diferencia de los brigadistas que colaboraron con el ejército republicano de forma voluntaria. Este hecho fue denunciado, aunque sin ningún resultado, por el embajador español ante la Sociedad de Naciones (antecedente de la O.N.U.), en Ginebra, «por violación del artículo 10 del pacto entre estados miembros».

Finalizada la batalla, Madrid, el ansiado objetivo de unos y otros, siguió resistiendo los distintos embates bajo la organización de los mandos comunistas, en tanto que el Gobierno de la nación se había trasladado a Valencia. Es cierto que el mal tiempo fue el peor adversario de las tropas italianas, pero también es evidente que el arrojo de los brigadistas internacionales y de las tropas republicanas frenó la caída de Madrid en manos italianas, lo que hubiese acarreado unas consecuencias políticas difíciles de predecir.

Han transcurrido 75 años desde la Batalla de Guadalajara, la primera intervención coordinada que llevó a cabo el ejército republicano, pero sus cicatrices todavía perviven en las trincheras de nuestros cerros, y sobre, todo en la memoria de los supervivientes que han relatado sus vivencias en este artículo.

El tiempo de encargará de borrar las cicatrices de nuestros campos, sin embargo, no deberíamos consentir que ocurriese lo mismo con las del alma, no fuera a ser que se hiciera bueno el dicho de que «Quien olvida su historia está abocado a repetirla». Mantener vivo ese recuerdo es, precisamente, una de las pretensiones de este breve relato.

Bibliografía:

  • Guadalajara, la lucha en el barro, marzo de 1937. Gabriel Cardona y otros.
  • Guadalajara, 1937. Testimonios de una batalla. Pedro Aguilar y otros.
  • Guerra, exilio y cárcel de un anarcosindicalista. Cipriano Mera, 1976.

Mi agradecimiento a los testigos de los hechos por su emocionado relato y a Enrique Díaz, por sus esfuerzos por mantener viva la memoria histórica, y por sus acertadas aportaciones al texto.

(Adaptado de Villalba Cortijo, Pilar: «75.º aniversario de la Batalla de Guadalajara en la Guerra Civil española (Del 8 al 22 de marzo de 1937)», en Alto Llano, Revista Cultural de Masegoso de Tajuña, segunda etapa, n.º 26, 2012, pp. 3-13, Asociación de Amigos de Masegoso, Depósito Legal n.º GU-3251997).

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